También se me quedaron las ganas y las humedades. Y las preguntas, y las charlas, y las risas, y una cacería de mosquitos en medio de una noche salpicada de carcajadas.
Se me quedaron mil estrellas aplastadas.
Se me quedaron las nubes y el cielo que vimos tumbados en la hierba, descalzos, despreocupados, y la tormenta de una noche y el despertar abrazados.
Se me quedaron las miradas, las caricias, los besos, los juegos, y las marcas en el cuerpo de una pasión desenfrenada.
Se me quedaron los planes, los proyectos, el futuro, el mañana.
Se me quedaron tus palabras, todas. O lo que es lo mismo: te me quedaste tú en un huequito del alma.
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