viernes, 16 de febrero de 2018

Vulnerable

Por la ventana se cuela el sol y el agua comienza entibiarse en mi pequeño estanque.  Bajo despacito por la rampa de piedras verdes y anaranjadas y me sumerjo, sintiendo como el agua entra en mi caparazón.
Estiro mi cabeza para tomar un poco del tibio aire. Sé que dentro de unos instantes lo veré llegar trayéndome las hojuelas que son mi habitual desayuno.

Allí está ya... Pero algo ha cambiado. Me mira y con su dedo meñique acaricia mi caparazón; meto un poquito la cabeza: sólo mis ojos se quedan al borde para mirar qué pasa.

  • Es día de liberar tortugas- anuncia con seriedad.

Me toma entre sus manos y me acerca a su rostro; me siento tan pequeñita.

Camina por el pasillo y desde esa altura veo un mundo que nunca antes he visto. Abre la puerta del jardín y poniéndose en cuclillas me deposita sobre una verde alfombra de largos y suaves pelos que me hacen cosquillas.

-Ahora ya eres libre!-Me dice con alegría.


No entiendo lo que dice y me encierro en mi caparazón.

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