«Ojalá se pudieran
partir por la mitad todas las cosas enteras, así cada uno podría salir de su
obtusa e ignorante integridad. (...)
Si alguna vez te conviertes en la mitad de
ti mismo muchacho, y te lo deseo, comprenderás cosas que escapan a la normal
inteligencia de los cerebros enteros. Habrás perdido la mitad de ti y del
mundo, pero la mitad de ti que quede será mil veces más profunda y valiosa. Y
tú también querrás que todo esté demediado y desgarrado a tu imagen, porque
belleza y sabiduría y justicia existen sólo en aquello que está hecho de trozos».
(El Vizconde
Demediado, Ítalo Calvino)
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